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¿Puede recuperarse el cerebro de una adicción?

¿Puede recuperarse el cerebro de una adicción?

Existen cada vez más estudios científicos que lo corroboran.

Las personas que experimentan algún tipo de adicción a sustancias como el alcohol, pueden tener problemas en la regulación de su sistema cognitivo; esto es, no sólo la habilidad para concentrarse, sino problemas en el sistema motivacional en el que intervienen la toma de decisiones en función de las motivaciones. Las personas que consumen alcohol pudieran tener una mayor tendencia a la impulsividad, expresándose como menor tolerancia a la espera, o la dificultad para finalizar una actividad que da placer. Durante el consumo, por ejemplo, muchos pacientes comentan la sensación de «no poder parar de beber», una vez que han comenzado.

Estas conductas parecen estar relacionadas con la disfunción de áreas cerebrales que intervienen en el proceso de “frenado” de una conducta cuando sentimos que algo nos hace daño, o en la capacidad de demorar algo que nos gratificará. A esta disfunción se añaden otras donde se afectan el sistema de regulación las emociones. Las personas que consumen alguna sustancia adictiva tienen más tendencia a presentar desregulación emocional sobre todo antes del consumo. Las emociones negativas o la sensación de malestar emocional, influyen de manera muy importante en nuestra percepción y por tanto, en nuestras decisiones. Por lo tanto estas disfunciones tendrán un gran impacto en la conducta adictiva.

Estudios de investigación con resonancia magnética funcional han demostrado que las personas se mantienen abstinentes del alcohol muestran un aumento de volumen en las zonas en las que intervienen estos procesos de regulación tanto emocional como cognitivo. Esto además se ha medido mediante test que informan de una mejora a nivel global del funcionamiento cognitivo y la regulación emocional.

Fuente:

Biol Psychiatry. 2011 Apr 1;69(7):675-83. doi: 10.1016/j.biopsych.2010.09.049. Epub 2010 Dec 3.

Biol Psychiatry. 2011 Apr 1;69(7):612-3. doi: 10.1016/j.biopsych.2011.02.002.

Imagen de portada: VSRow – Pixabay

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