Vivir con trastorno bipolar
Vivir con trastorno bipolar
Con este post, me gustaría dar inicio a una serie de sucesivas entradas relacionadas con el trastorno bipolar. En general, suele haber una gran confusión acerca de esta enfermedad, que forma parte del grupo de los llamados «trastornos mentales graves».
Es importante aclarar que muchas veces se da por supuesto que los síntomas de enfermedades mentales como el trastorno bipolar, se deben a algún tipo de debilidad o defecto de carácter. Esto no es verdad. Las personas que padecen trastorno bipolar no eligen esta condición como tampoco lo hacen las personas que padecen neumonía o hipertensión arterial. El trastorno bipolar se da cuando algo no funciona de manera adecuada en el cerebro. Por lo tanto, nadie debe sentirse culpable porque no es culpa de nadie.
El trastorno bipolar es una enfermedad relativamente frecuente, teniendo una incidencia de entre el 3-5% en la población mundial.
En la mayoría de los casos la evolución de la enfermedad suele persistir durante muchos años, pudiendo haber periodos de mejora, desaparición de síntomas o reaparición de los mismos después de meses o años sin síntomas.
Vivir con esta enfermedad es difícil, no sólo para el que la padece, sino también para familiares, cuidadores y amigos. El trastorno bipolar produce cambios importantes en el estado de ánimo, desde una infelicidad profunda a un estado de euforia intensa, o estados mixtos en los que la evitación se mezcla con profunda tristeza. Llamamos a estos estados emocionales «episodio depresivo» y «manía» respectivamente. También existe una forma más leve de manía a la que llamamos «hipomanía».
Es importante destacar que, estos estados de animo pueden durar semanas o meses de forma mantenida y van mucho más allá de los habituales cambios de humor que se consideran «normales».
La consecuencia de estos episodios suelen ser un comportamiento difícil, relaciones interpersonales dañadas y grandes limitaciones en el rendimiento escolar y laboral. Lamentablemente el trastorno lleva consigo la estigmatización, que lleva a la discriminación y al aislamiento. Como consecuencia se reduce considerablemente la calidad de vida.
La buena noticia es que, una vez diagnosticado el trastorno bipolar, todas estas consecuencias negativas se pueden abordar para intentar resolverlas. Con el tratamiento eficaz se suele lograr la estabilidad y así evitar los severos cambios del estado de ánimo.
Con el tratamiento adecuado las personas con trastorno bipolar, pueden desarrollar una vida normal. Es cierto que recibir el diagnóstico y comenzar un tratamiento, requiere no sólo aprender sobre la enfermedad, sino también quitarse prejuicios y quizá, modificar hábitos de vida o formas de afrontar las dificultades cotidianas. Esto supone un duro proceso de aceptación y duelo. La lucha contra nuestros miedos y prejuicios requiere coraje y perseverancia. No siempre es fácil, pero vivir con trastorno bipolar no significa tener que abandonar las ambiciones o metas personales. Ninguna persona debería definirse por la enfermedad que padezca.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17485606
http://ibpf.org/about-bipolar-disorder
Imagen de portada: Gordon Johnson – Pixabay