Dolor crónico o depresión
«¿Las dos caras de una misma moneda?»
Me gustaría compartir algunos aspectos de este interesante artículo publicado por la prestigiosa revista “Current Psychiatry”, la cual, aporta algunos datos neurocientíficos relevantes acerca de la interacción que a nivel neurobiológico existe entre estas dos patologías.
¿Qué es el dolor crónico?
Si tomamos como referencia la Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-10, éste, se define como aquel que persiste durante más de 6 meses, y siendo no maligno, no compromete la supervivencia de la persona a corto o medio plazo.
¿Cuáles son los tipos de dolor crónico?
- Nociceptivo ( causado por el daño directo del tejido, por ej: una herida en la piel).
- Inflamatorio ( mediado por el sistema inmune).
- Neuropático (dolor caracterizado por ser independiente a un estimulo externo apareciendo extrema sensibilidad; puede deberse a la lesión directa de un nervio o a una enfermedad neurológica).
- Funcional ( extrema sensibilidad al dolor debido a un procesamiento anómalo o disfuncional del sistema nervioso central; habitualmente no se evidencia daño en la zona afectada).
Los diferentes tipos de dolor no siempre se presentan de manera aislada en las enfermedades. Por ejemplo, la fibromialgia suele categorizarse como un síndrome de dolor disfuncional, sin embargo. algunos pacientes pueden experimentar dolor neuropático sintiendo por ejemplo sensación de hormigueos, pinchazos o quemazón.
Los recientes estudios en neurosciencia sugieren que el dolor crónico y la depresión compartirían algunos mecanismos biológicos en su manifestación. Se estima que 100 millones de personas en Estados Unidos; esto es, el 34,7% de la población sufre algún tipo de dolor crónico, incluida la artitis y el dolor articular.
También , varias formas de dolor neuropático como la neuropatía diabética, neuralgia post herpética, neuralgia del trigémino, lesiones de la médula espinal y radicuopatías producidas por hernias discales, afectan a casi 26 millones de personas en todo el mundo. Podríamos añadir que el dolor lumbar tiene características epidémicas; solo en Estado Unidos lo padece un 30% de la población.
¿Por qué son tan importantes estos datos?
Actualmente, sabemos que existe una asociación muy estrecha entre cuadros clínicos como depresión, ansiedad, insomnio, fatiga y estrés crónico. La posibilidad de padecer un cuadro de dolor crónico, aumentaría entre 2 y 5 veces la posibilidad de padecer un proceso depresivo. Al parecer, este riesgo no estaría relacionado con la severidad del dolor sino mas bien, con el número de regiones afectadas por dicho dolor. Por ejemplo, la depresión y la ansiedad son las patologías que más suelen asociarse a cuadros de fibromialgia. En relación a este hecho, un estudio australiano pudo medir que en pacientes con dolor neuropático, el porcentaje de cuadros depresivos era del 34% y el de ansiedad del 25%.
Cuando la severidad del dolor se mantiene en el tiempo, empeora la funcionalidad del paciente. Esto significa que la persona encuentra serias dificultades para hacer cosas básicas como darse una ducha, hacer las compras, trabajar etc. Un porcentaje significativo de pacientes que sufren enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide o el lupus eritematoso sistémico pueden tener tendencia a presentar síntomas de ansiedad y depresión (93% y 94% respectivamente), problemas de concentración (66%), fatiga (40%) e insomnio (72%).
Las conexiones biológicas.
Algunos estudios científicos han identificado genes en común que estarían implicados en la expresión del dolor crónico, ansiedad y depresión. Uno de estos genes estaría involucrado en la regulación de la síntesis de serotonina, un importante neurotransmisor que interviene en la comunicación entre las neuronas. Otros genes identificados se relacionan con otros neurotransmisores como la dopamina o sustancias reguladoras pertecientes al sistema inmune, involucradas en los mismos procesos. Como concepto general, podríamos añadir que, en el sistema nervioso existen dos tipos de neurotransmisores muy importantes, que intervienen en la regulación del mismo, activándolo (glutamina), o desactivándolo (GABA). Todas estas sustancias juegan un rol fundamental en la modulación de la percepción del dolor, y en la regulación del estado de ánimo.
Las estructuras cerebrales más importantes implicadas en estos procesos son el llamado, “sistema límbico”, (sería considerado como la parte más primitiva de nuestro cerebro, desde el punto de vista evolutivo), y la corteza prefrontral ( la parte más anterior de nuestro cerebro ubicada en la zona de la frente).
El sistema límbico se relaciona con las emociones mas básicas o primarias como el miedo, enfado, placer, trsiteza etc. En cambio, la corteza prefrontal esta relacionada con la regulación e interpretación de estas emociones, la auto reflexión, la posibilidad de recordar, asociar, planificar, procesar información de carácter social, o el pensar de manera creativa.
La evidencia científica sugiere una compleja interconexión de estas estructuras cerebrales implicadas en el recuerdo de la respuesta defensiva a estímulos diversos incluido el dolor. Estas repuestas pueden ser por ejemplo el miedo, la sensación de amenaza o peligro, sentimientos de soledad o la tendencia al aislamiento. Al parecer se produciría una reorganización en algunas redes neuronales en el proceso de la apreciación e interpretación del dolor. Estos cambios parecen también encontrarse también en procesos como la depresión, y podrían estar asociados a la tendencia a darle vueltas a la cabeza con pensamientos negativos, preocupaciones, interpretaciones negativas de ciertos hechos, el ánimo bajo y el insomnio.
Afortunadamente, nuestro cerebro posee una increible capacidad de adaptación y recuperación, algo que se ha dado en llamar “neuroplasticidad”. Sin embargo, es fundamental valorar adecuadamente tanto el dolor crónico como los síntomas depresivos y tratarlos en como una unidad, teniendo en cuenta las características y peculiaridades de cada paciente. Aprender mayor información acerca de las características del tipo de dolor que podemos presentar nos puede ayudar a desarrollar un mayor número de estrategias para afrontar dicha situación.
Es recomendable que un tratamiento farmacológico adecuado se integre junto con un tratamiento psicoterapéutico, ya que el paciente podría, no solo conectar con sus sentimientos de tristeza y malestar, sino también, tener la posibilidad de comprender y reflecionar acerca de sus percepciones e interpretaciones que incrementarían el dolor y los sentimientos de tristeza.
Imagen de portada: Ryan MacGuire – Pixabay